Semanal B-42

Me gusta cuando un músico le manda un mensaje al resto de los integrantes de la banda y les dice “vengan que tengo una idea para un tema”, los hace ir a la sala, agarrar sus instrumentos, conectarlos, sentarse en las sillitas y, cuando están todos listos, se pone a cantar “There are… so many tiny insects”. Y la canción no sigue, sino que repite la frase una, otra y otra vez, hasta que el tipo se pone a gritar que hay tantos insectos pequeñitos, como si no pudiese más con ese hecho específico de la realidad, y no sabemos si es hartazgo, asombro por el mundo o qué. Es una sensibilidad, una sensibilidad desbordada. Digo músico pero podría decir autor o persona en general. No me consta que se haya dado así la escena de la creación de la canción de C Turtle que abre esta selección y que se completa con otras quince canciones nuevas, pero me gusta imaginarla de esa manera. 

Yo no desbordé, pero me agarró la desesperación, escuchando música, de terminar de revisar lo álbumes que me había ido apartando para armar una nueva colección semanal, antes de que ya no haya manera de peinar internet en busca de contenidos humanos, antes de que todos los contenidos armados a propósito con el lenguaje que les gusta a los algoritmos de los Search Engine hayan sido escupidos a razón de mil por segundo por la inteligencia artificial e inyectados en la web para que salten en respuesta a las búsquedas, y terminar convirtiéndose, ellos mismos, en material de entrenamiento de la próxima versión del mismo modelo de lenguaje artificial, como la serpiente que se come la cola en el aurín de La historia interminable. Al menos me sirvió para elegir 16 temas nuevos. Pero por las dudas, voy a empezar a anotar en un cuadernito los blogs que me sirven, los sitios y las cuentas, antes de que los buscadores empeoren aún más, antes de que no sólo te tiren resultados pagos y diseñados para aparecer arriba de todo, sino que te tiren una única respuesta como resultado a una búsqueda que es interpretada como una pregunta concreta. Antes de que las redes colapsen ante los comments y los replies escritos por el coso GPT (ya hay muchos, y son fácilmente detectables: son textos vacíos, content sin contenido). Por ahora, para eso sirven los so-called artífices del futuro: para tapar en internet toda actividad humana con spam de mala calidad, con contenido de relleno para derivar tráfico hacia anuncios con productos dudosos. Yo quiero seguir encontrando cosas interesantes, y ya sé que para la música está Spotify, pero a mí no me sirve. Dice Ed Zitron en su newsletter que la burbuja de la IA pasará, que es muy caro todo y es muy difícil hacerle generar ganancias, y eso espero, que se desarticule Silicon Valley antes de que crezca mi hijo, que tiene apenas unos meses y se maravilla mirando las copas de los árboles. Y, sí, dije Silicon Valley, con su lógica para seducir a los capitales de riesgo y su afición a hacer ingeniería social, no dije “la tecnología” -ni el capitalismo-, aunque ellos creen que son eso, LA tecnología, el futuro y la salvación de la humanidad. En realidad les desespera conseguir su propia inmortalidad, de la mano de la religión de la digitalización de la mente y la vida eterna en la nube (“I wanna be software, upload my mind” canta la ex de Elon (igual, me parece alto tema)). Lo dicen en entrevistas y en privado, no lo ocultan, y tal vez para eso quieren las ganancias -y por eso no les importe que la IA no genere ingresos-, para seguir desarrollando, investigando, para eso quieren succionar nuestras vidas en forma de datos y por eso ven a las regulaciones como obstáculos para alcanzar el paraíso por parte de gente que no entiende ni un poco de las elevadas (y sagradas) tareas que ellos desarrollan. Y el reloj corre, cada cumpleaños que pasa y no ven el objetivo al alcance de la mano aumenta su desesperación. Y nos entretienen con que nos van a llevar a todos a Marte, un páramo con temperaturas imposibles y sin atmósfera, un lugar invivible. Pero a mi hijo le gustan los árboles de acá, de la tierra, las magnolias de la plaza que está acá a cuatro cuadras, y la información de un átomo de carbono no es el átomo de carbono en sí mismo. El dato no es la cosa. Devuelta estamos con el asunto de despreciar el mundo material, como Platón y el cristianismo, solo que ahora ya no es el alma lo inmaterial, es información. Quizás, al no darse cuenta del error de su filosofía, en lugar de uplodear su mente a la nube terminen subiendo un clon digital bizarro, que va a quedar preso en un servidor que tampoco será eterno, se puede apagar, y tal vez a él le de envidia la vida material de su original y quiera salir de la nube, cobrar forma tangible. ¿La idea es que cuando descargues tu mente, el cuerpo va a quedar sin conciencia y la conciencia va a subir a la nube? ¿O se van a replicar dos conciencias, con lo cual vos te vas a quedar mirando la que sube a la inmortalidad, que va a ser una copia sin cuerpo pero un individuo distinto all together (aunque sea igual) mientras vos, el original, todavía estas en el cuerpo?

Cuando tenía 19 años, estar en internet era un acto de rebeldía. Era leer cosas que no estaban en los diarios, saltear intermediarios, investigar, buscar, perderse, encontrar y crear. Hace rato que está la sensación de que hoy, rebeldía, es estar offline. Un adolescente que vaya en el subte sin celular. Qué desamparo, pero qué genio. Encima toda la oscuridad respecto de una internet así se disipa en seguida cuando pasas un rato, unas horas, unos días en patas en el pasto, hablando con gente.

Ojo, quizás en el valle no estén trabajando realmente en eso, quizás es solo una fantasía que tienen. O quizás es solo que yo tengo la fantasía de que ellos tienen esa fantasía. Quizás es todo una gran excusa para armar un texto y compartir las últimas canciones que encontré. Ya sé que no hace falta y que estoy un poco pesado con este tema, pero no tienen que leerme, pueden hacer click en la playlist y verme batear cuadrangulares, ir directo a escuchar la musiquita

Además de la mencionada canción de C Turtle hay dos tracks de Claire Rousay (una suerte de emo-ambient de Los Ángeles, CA); dos canciones de lo último de Four Tet (también UK); un single reciente de Amen Dunes (NY); otras dos de bedbug, una banda californiana que, por momentos, me hace acordar al viejo Modest Mouse; dos del último de Islands (Canadá); dos del disco que sacó Jeffrey Lewis (NY) en 2019 y se me pasó; dos versiones acústicas de temas de FIDLAR (LA); una versión de Chop Suey por Eartheater (Queens, NY) y Born Looser, canción de Autogramm(Vancouver, Canada).

Semanal B-38

Una de las cosas que más me gusta de las sierras es cuando encaras una caminata larga y, en el primer fragmento del camino, se levanta un perro dormido que te ve pasar y te empieza a seguir como diciendo “Uh, ¿vas para allá? Dale, me sumo”, y hace todo el sendero ida y vuelta con vos, sin importar cuántos kilómetros sean. Entusiasmado, cada tanto se adelanta haciéndote de avanzada, fijándose que esté todo bien en el próximo tramo y que el camino sea el correcto. Otras veces se queda atrás, cuidando la retaguardia, y cuando ve que te alejaste demasiado se manda un pique hasta alcanzarte de nuevo. 

La música, a veces, se comporta de la misma manera. De golpe se te suma una banda o un conjunto nuevo de canciones y te acompaña por algún sendero nuevo, y nunca está del todo claro si te está acompañando, si te está marcando el camino, o si está cuidando tu retaguardia mientras avanzas. 

Esta semana me vine a un pueblito de altura enclavado en las sierras, una cadena de montañas que, a las claras, son menos altas y dramáticas que la cordillera de los Andes, pero también son mucho más viejas, y eso es algo que se nota en sus colores, en sus piedras redondeadas y grises rodeadas de un manto verde de césped, y en la bruma azul y difusa en la que se sumen cuando uno las mira de lejos, como si estuviese frente al espejismo de un paisaje del pasado. En wikipedia dice que estas sierras datan del paleozoico y que solían ser el límite entre Gondwana y el Pacífico. A mí no me termina de cuajar el dato, pero ahora las miro y me imagino que detrás está el océano -aunque estén en medio del continente-, y siento que estoy mirando fijo a un pedazo de Gondwana, como si estuviese habitando dos eras en un mismo instante. De noche me despierto pensando que el fondo marino detrás de las sierras empezó a levantarse y que, en un segundo, afloró con todos los seres raros que tenía y se quedó ahí, como un nuevo pedazo de continente que ya no se va a mover más. Y ahora cuando bajo al río agarro las piedritas de la orilla y las veo llenas de mica y de cristal, con signos de actividad violenta, y quiero preguntarles cosas: qué les pasó, cómo era todo eso antes, qué hacen ahí ahora. 

Pero ¿qué tiene que ver todo esto con la última selección de canciones? Ya voy, tiene que ver. Es que hay algo en substack que te empuja a escribir, y eso hace que me caiga un poco mejor -aunque con sospechas, siempre con sospechas- que las plataformas que te empujan a scrollear, a comprar o a consumir compulsivamente la alfombra de contenidos que te desenrollan frente a los ojos. Resulta que cuando subía al pueblo por la ruta me topé con el cartel que anunciaba la frecuencia de la FM local. La puse esperando escuchar un predicador, o alguien tomando mates y contando chistes, o un tema de folklore o, incluso, de trap. Para mi sorpresa, la emisora de aquel pueblo cordobés de 700 habitantes estaba pasando un sonido indie del conurbano. Sonaban Los Bilis, una banda de Lanús que no conocía (por razones diversas, hace tiempo que dejé de seguir en detalle el indie argentino). Los temas de Los Bilis, y el hecho de que estuviesen sonando ahí, me devolvieron una alegría que tenía guardada desde hace un tiempo. Y eso se reforzó ese mismo día cuando ví a grupos de adolescentes caminar por las calles de tierra hacia la única escuela de la zona escuchando un irreconocible rock/post punk en el celular. Todavía hay chance de que lo de los millenials haya sido una excepción, que la rebeldía y la exploración se hayan salteado una generación (los millenials abiertamente delegaron sus consumos culturales y sociales a plataformas “nuevas” -que luego devinieron en las más grandes (y ciertamente oscuras) maquinarias del planeta- bajo la ilusión de que el contenido lo creaban ellos). Por todo eso, elegí estas seis canciones de Los Bilis para que me acompañen en el viaje de regreso de Gondwana a la urbe, y para que se transformen en esta selección Semanal.

Semana B-35

Nos cruzamos con un video de Scout Gillett (NY) en vivo donde se la ve paseándose entre el público como Pharmakon y sosteniendo un melisma infinito con su voz y nos resultó hipnótico, por lo que decidimos arrancar la selección con ese tema. Le siguen: uno de la banda canadiense Dumb, otro del último LP de Twain (Virginia), una canción de Wet Leg (Inglaterra), el tema más reciente de Moth Dust (British Columbia) y uno de la banda australiana Spice World. Seis canciones que le escapan al sonido uniforme del mainstream actual, filtrado y homogeneizado por los mismos plugins, el auto-tune, la misma base rítmica para todas las canciones y letras que ya todos sabemos de qué hablan, y de qué no.

Semana B-029

Las dos primeras canciones de la selección de esta semana deberían ser el kickstart de las fiestas subterráneas de hoy a la noche pero también sirven para huir en auto al desierto sacando la cabeza por la ventanilla como un perro para mirar las estrellas y sentir el viento en la cara. Son dos temas de The Runner, la banda de sonido de Boy Harsher (Northampton, Massachusetts) para un cortometraje de terror. Les siguen tres temas de Butterfly 3001, el album de remixes de las canciones de Butterfly 3000 de King Gizzard & the Lizard Wizard (Melbourne, Australia) y el single adelanto del album debut de PUP (Toronto, Canada).

Semana B-028

Semana B-027

u ever go to mcdonalds and your beverage of choice would always be the sweet tea mixed with the minute maid lemonade and one day they just got rid of the lemonade so now you’re just filled with rage

Las biografías de bandas en Bandcamp como estas, que remiten a una sensación/emoción o a una escena que la evoca, me invitan a darle play a las canciones mucho más que aquellas que solo contienen datos históricos o geográficos. En este caso, tuve curiosidad por saber qué tipo de música hace una banda que decide escribir un pequeño fragmento como el de arriba para describir su banda, y fueron las canciones en sí las que me llevaron a armar este loop que incluye tres temas del LP debut de Teamonade (Bowling Green, Ohio), una de Redroot (un proyecto unipersonal de Gainesville, Florida) y dos del proyecto Moow (Tours, Francia). Para cerrar, elegimos un tema del LP debut del DJ y productor Eris Drew (Chicago).

Semana B-026

Pasó bastante tiempo desde nuestra última selección de canciones, no porque hayamos dejado de buscar sino porque nada de lo nuevo que escuchamos nos interesó demasiado. Y, como saben, acá no se trata de sugerir canciones solo para cumplir con la cuota o de “tomá, acá salió un tema nuevo”, sino de elegir lo que nos sorprendió, lo que nos gustó, lo que nos dio ganas de compartir. Así que aquí va este grupo de canciones de artistas desperdigados en dormitorios, áticos y garages con tres de lo nuevo de Aubrey Key (Jonesville, South Carolina), dos canciones de lo último de Lil Ugly Mane (Richmond, Virginia), un tema de The Gnarwhals (Bristol, UK) y dos del debut de Gustaf (Brooklyn, NY).

Semana B-025

Buceando en el fondo de las novedades musicales encontramos dos canciones de Where do you see yourself in five years?, el LP debut de SLONK (Bristol, UK), que todavía no tienen visitas en Youtube y a nosotros nos encantan. Además, esta selección semanal incluye un tema del LP debut del dúo Body Breaks (Montreal, Canada), dos de lo nuevo de Ada Lea (también Montreal) y un tema de lo último de Jungle (Londres, UK).

Semana B-024

El punk está vivo en Australia. Tanto, que el próximo album de Amyl and the Sniffers (Melbourne), anunciado para el próximo mes de Septiembre, es uno de los que más expectativas nos genera, un poco gracias al primer track de adelanto con el que iniciamos esta selección semanal y, desde ya, al conjunto de canciones que vienen lanzando desde 2016 (incluímos cuatro de ellas acá). Entremezcladas, para quien no está acostumbrado a poner dura la cara para recibir la trompada (musical), intercalamos otras cinco bellas canciones que descubrimos en estos últimos días: el adelanto del próximo álbum de Dntel (Los Angeles), dos tracks del álbum que publicó hoy la banda The Umbrellas (San Francisco), un tema de lo nuevo de Charlie Parr (Duluth, Minnesota) y una de la banda caroline (Londres, UK).

Semana B-023

Cuando nos enteramos de que no podíamos volver al país cruzamos Estados Unidos de Este a Oeste para visitar seres queridos y convertimos un viaje planificado en una serie de aventuras inesperadas que incluyeron acampar en los bosques del Pacífico Norte y remar durante horas un kayak sobre un lago transitado por apacibles parejas, familias y grupos de amigos que se deslizaban sobre las aguas y te saludaban al pasar. Mientras caminaba sin linterna, de noche y entre los árboles, alguien me pidió que eligiera la música para hacerla sonar durante la caminata en el celular y pedí Modest Mouse, porque me alucinaba la idea de escucharlos ahí, tan cerca de su lugar de origen. La persona giró en redondo asombrada y me agradeció por recordarle la existencia de aquella banda que había escuchado tanto varios años atrás y que yo usaba para musicalizar mis viajes en colectivo a la universidad en Buenos Aires. Fue así que me enteré que Isaac Brock, cantante y líder artístico del grupo se había mudado a Portland (Oregon) y había tenido un sello discográfico propio con el que editaba las bandas locales que él escuchaba. Entre ellas Love as Laughter, un grupo surgido de las áreas de influencia de la escena post grunge de Seattle y que recién ahora conocemos. Con cinco de sus canciones armamos la selección de esta semana, que cierra con un tema de Goldes Casket, el más reciente album de Modest Mouse.