Me gusta cuando un músico le manda un mensaje al resto de los integrantes de la banda y les dice “vengan que tengo una idea para un tema”, los hace ir a la sala, agarrar sus instrumentos, conectarlos, sentarse en las sillitas y, cuando están todos listos, se pone a cantar “There are… so many tiny insects”. Y la canción no sigue, sino que repite la frase una, otra y otra vez, hasta que el tipo se pone a gritar que hay tantos insectos pequeñitos, como si no pudiese más con ese hecho específico de la realidad, y no sabemos si es hartazgo, asombro por el mundo o qué. Es una sensibilidad, una sensibilidad desbordada. Digo músico pero podría decir autor o persona en general. No me consta que se haya dado así la escena de la creación de la canción de C Turtle que abre esta selección y que se completa con otras quince canciones nuevas, pero me gusta imaginarla de esa manera.
Yo no desbordé, pero me agarró la desesperación, escuchando música, de terminar de revisar los álbumes que me había ido apartando para armar una nueva colección semanal, antes de que ya no haya manera de peinar internet en busca de contenidos humanos, antes de que todos los contenidos armados a propósito con el lenguaje que les gusta a los algoritmos de los Search Engine hayan sido escupidos a razón de mil por segundo por la inteligencia artificial e inyectados en la web para que salten en respuesta a las búsquedas, y terminar convirtiéndose, ellos mismos, en material de entrenamiento de la próxima versión del mismo modelo de lenguaje artificial, como la serpiente que se come la cola en el aurín de La historia interminable. Al menos me sirvió para elegir 16 temas nuevos. Pero por las dudas, voy a empezar a anotar en un cuadernito los blogs que me sirven, los sitios y las cuentas, antes de que los buscadores empeoren aún más, antes de que no sólo te tiren resultados pagos y diseñados para aparecer arriba de todo, sino que te tiren una única respuesta como resultado a una búsqueda que es interpretada como una pregunta concreta. Antes de que las redes colapsen ante los comments y los replies escritos por el coso GPT (ya hay muchos, y son fácilmente detectables: son textos vacíos, content sin contenido). Por ahora, para eso sirven los so-called artífices del futuro: para tapar en internet toda actividad humana con spam de mala calidad, con contenido de relleno para derivar tráfico hacia anuncios con productos dudosos. Yo quiero seguir encontrando cosas interesantes, y ya sé que para la música está Spotify, pero a mí no me sirve. Dice Ed Zitron en su newsletter que la burbuja de la IA pasará, que es muy caro todo y es muy difícil hacerle generar ganancias, y eso espero, que se desarticule Silicon Valley antes de que crezca mi hijo, que tiene apenas unos meses y se maravilla mirando las copas de los árboles. Y, sí, dije Silicon Valley, con su lógica para seducir a los capitales de riesgo y su afición a hacer ingeniería social, no dije “la tecnología” -ni el capitalismo-, aunque ellos creen que son eso, LA tecnología, el futuro y la salvación de la humanidad. En realidad les desespera conseguir su propia inmortalidad, de la mano de la religión de la digitalización de la mente y la vida eterna en la nube (“I wanna be software, upload my mind” canta la ex de Elon (igual, me parece alto tema)). Lo dicen en entrevistas y en privado, no lo ocultan, y tal vez para eso quieren las ganancias -y por eso no les importe que la IA no genere ingresos-, para seguir desarrollando, investigando, para eso quieren succionar nuestras vidas en forma de datos y por eso ven a las regulaciones como obstáculos para alcanzar el paraíso por parte de gente que no entiende ni un poco de las elevadas (y sagradas) tareas que ellos desarrollan. Y el reloj corre, cada cumpleaños que pasa y no ven el objetivo al alcance de la mano aumenta su desesperación. Y nos entretienen con que nos van a llevar a todos a Marte, un páramo con temperaturas imposibles y sin atmósfera, un lugar invivible. Pero a mi hijo le gustan los árboles de acá, de la tierra, las magnolias de la plaza que está acá a cuatro cuadras, y la información de un átomo de carbono no es el átomo de carbono en sí mismo. El dato no es la cosa. De vuelta estamos con el asunto de despreciar el mundo material, como Platón y el cristianismo, solo que ahora ya no es el alma lo inmaterial, es información. Quizás, al no darse cuenta del error de su filosofía, en lugar de uplodear su mente a la nube terminen subiendo un clon digital bizarro, que va a quedar preso en un servidor que tampoco será eterno, se puede apagar, y tal vez a él le de envidia la vida material de su original y quiera salir de la nube, cobrar forma tangible. ¿La idea es que cuando descargues tu mente, el cuerpo va a quedar sin conciencia y la conciencia va a subir a la nube? ¿O se van a replicar dos conciencias, con lo cual vos te vas a quedar mirando la que sube a la inmortalidad, que va a ser una copia sin cuerpo pero un individuo distinto all together (aunque sea igual) mientras vos, el original, todavía estas en el cuerpo?
Cuando tenía 19 años, estar en internet era un acto de rebeldía. Era leer cosas que no estaban en los diarios, saltear intermediarios, investigar, buscar, perderse, encontrar y crear. Hace rato que está la sensación de que hoy, rebeldía, es estar offline. Un adolescente que vaya en el subte sin celular. Qué desamparo, pero qué genio. Encima toda la oscuridad respecto de una internet así se disipa en seguida cuando pasas un rato, unas horas, unos días en patas en el pasto, hablando con gente.
Ojo, quizás en el valle no estén trabajando realmente en eso, quizás es solo una fantasía que tienen. O quizás es solo que yo tengo la fantasía de que ellos tienen esa fantasía. Quizás es todo una gran excusa para armar un texto y compartir las últimas canciones que encontré. Ya sé que no hace falta y que estoy un poco pesado con este tema, pero no tienen que leerme, pueden hacer click en la playlist de acá abajo y verme batear cuadrangulares, ir directo a escuchar la musiquita.
Además de la mencionada canción de C Turtle hay dos tracks de Claire Rousay (una suerte de emo-ambient de Los Ángeles, CA); dos canciones de lo último de Four Tet (también UK); un single reciente de Amen Dunes (NY); otras dos de bedbug, una banda californiana que, por momentos, me hace acordar al viejo Modest Mouse; dos del último de Islands (Canadá); dos del disco que sacó Jeffrey Lewis (NY) en 2019 y se me pasó; dos versiones acústicas de temas de FIDLAR (LA); una versión de Chop Suey por Eartheater (Queens, NY) y Born Looser, canción de Autogramm(Vancouver, Canada).